El equipo de Djukic tiene posibles emparejamientos complicados
El Valencia empieza el torneo con más tradición del fútbol español. La Copa del Rey es especial por solera y por la emoción que ofrecen las rondas eliminatorias. Fútbol a tumba abierta sin tiempo para especular. La Federación desprestigia el torneo con un formato que evita las sorpresas y un premio que se antoja escaso. Pero la Copa ha recuperado estos últimos años cierto brillo. Ya no es vulgarmente despreciada por los equipos grandes. Tan maltratada estaba la Copa que, curiosamente, uno de los que más hizo por revalorizarla fue Mourinho. Su marketing hacia sí mismo benefició la consideración de la competición. Los clubes además, se han dado cuenta de que disputar una final es una experiencia única que pueden ofrecer a su afición. Un regalo impagable que merece todos los esfuerzos. Por eso parece que Djukic hará una revolución controlada y será más flexible en Mestalla si todo sale bien en Tarragona. El Valencia tiene un cuadro difícil para llegar a semifinales. Pero no importa. No conviene lamentarse y si estimularse con unos octavos contra el Atlético de Madrid, unos cuartos contra el Athletic, una semifinal contra el Madrid y una final contra el Barça. Pero antes, el Nàstic. Como dijo el presidente del Córdoba el año pasado: la Copa mola.